FUENTE: unesco.org
No obstante, los nuevos datos recopilados por la UNESCO muestran que 1 de cada 4 niños de 5 años no ha recibido nunca ningún tipo de educación preescolar. Esto representa 35 millones de los 137 millones de niños de 5 años en todo el mundo. A pesar de las investigaciones que demuestran los beneficios de la atención y educación de la primera infancia (AEPI), solo la mitad de los países garantizan la educación preescolar gratuita.
La Conferencia Mundial sobre Atención y Educación de la Primera Infancia de la UNESCO, que se celebrará en Taskent (Uzbekistán) del 14 al 16 de noviembre de 2022, reafirmará el derecho de cada niño pequeño a una atención y educación de calidad, y pedirá que se invierta más en los niños y las niñas durante el periodo comprendido entre el nacimiento y los ocho años de edad.
Esto es lo que hay que saber sobre la atención y educación de la primera infancia.
El periodo que va desde el nacimiento hasta los ocho años se caracteriza por el desarrollo significativo del cerebro de los niños y constituye una ventana de oportunidades esencial para la educación. Cuando los niños están sanos, seguros y aprenden bien durante sus primeros años, están más capacitados para alcanzar su pleno potencial de desarrollo como adultos y participar eficazmente en la vida económica, social y cívica. La AEPI se considera un medio para promover la equidad y la justicia social, el crecimiento económico inclusivo y el avance del desarrollo sostenible.
Un conjunto de investigaciones y pruebas fehacientes apoyan esta afirmación e impulsan el aprendizaje temprano en el centro de los debates mundiales y las prioridades gubernamentales. El primer argumento proviene de la neurociencia, que ha demostrado que el entorno afecta a la naturaleza de la arquitectura del cerebro: las primeras experiencias del niño pueden proporcionarle una base sólida o frágil para el aprendizaje, el desarrollo y sus comportamientos posteriores. El segundo es el de la economía, que ha documentado el mayor rendimiento económico de la inversión en programas previos a la escuela que en programas para adolescentes y adultos. El tercero proviene de las ciencias de la educación, que han demostrado que la participación en los programas de atención y educación de la primera infancia aumenta la preparación de los niños para la escuela y reduce la diferencia entre los niños socialmente favorecidos y los desfavorecidos desde el primer día de escuela.
Desde el punto de vista de los derechos humanos, la ampliación de un aprendizaje de la primera infancia de calidad es un medio importante para hacer realidad el derecho a la educación dentro de una perspectiva de aprendizaje a lo largo de toda la vida. La AEPI garantiza una preparación para la educación básica y uno de los más eficaces equiparadores en cuanto a oportunidades de aprendizaje a lo largo de la vida. En 2021, sólo el 22% de los Estados Miembros de las Naciones Unidas han impuesto la obligatoriedad de la enseñanza preescolar, y sólo el 45% ofrecen al menos un año de enseñanza preescolar gratuita. Solo 46 países han adoptado la educación preescolar gratuita y obligatoria en sus marcos legales.
En general, se han producido importantes avances mundiales en la consecución de una AEPI inclusiva y de calidad. A escala mundial, la proporción de la educación preescolar ha aumentado del 46% en 2010 al 61% en 2020. La proporción mundial de participación en el aprendizaje organizado un año antes de la edad oficial de ingreso a la escuela primaria también aumentó para alcanzar el 75% en 2020. Sin embargo, en los países de ingresos bajo y mediano bajo, menos de dos de cada tres niños asisten al aprendizaje organizado un año antes de la edad oficial de entrada a la primaria. La diferencia media de participación entre el 20% de las familias más ricas y el 20% más pobre es del 48%. Además, la proporción de niños que viven en un entorno de aprendizaje positivo y estimulante sigue siendo significativamente baja, ya que sólo el 64% de los niños viven en entornos de este tipo. Los mayores desafíos siguen siendo las grandes disparidades regionales. En el África subsahariana, sólo el 40% de los niños ha experimentado un entorno de aprendizaje positivo y estimulante en su hogar, mientras que el 90% de los niños de Europa y América del Norte se benefician de un entorno de este tipo en el hogar.
La pandemia del COVID-19 ha tenido efectos devastadores en la AEPI y ha amplificado su crisis. Los niños pequeños han sido considerados las mayores víctimas de la pandemia. Han padecido las repercusiones de la pandemia en sus familias inmediatas y, debido al confinamiento en sus hogares, se han visto privados de servicios esenciales para promover su salud, su aprendizaje y su bienestar psicosocial. Algunos niños comenzarán la educación básica sin ninguna experiencia organizada de aprendizaje, algo que afecta su preparación para la escuela. Los datos recabados proporcionan las primeras ideas sobre la repercusión de la pandemia de COVID-19 en el desarrollo de la primera infancia. Por ejemplo, se ha estimado que el cierre de los servicios de AEPI ha supuesto la pérdida de 19,000 millones de días/persona de instrucción en materia de AEPI, con 10,75 millones de niños que no han podido alcanzar su potencial de desarrollo en los primeros 11 meses de la pandemia. Los datos de los pocos países que miden el desarrollo y el aprendizaje demuestran que las pérdidas de aprendizaje son considerables y desiguales.
La AEPI es un requisito previo para satisfacer el derecho inalienable a aprender y a desarrollarse. En particular, el acceso a la educación preescolar es la base para adquirir aprendizajes fundamentales como la lectoescritura, la aritmética y el aprendizaje socioemocional. Sin embargo, según cálculos recientes, alrededor del 64% de los niños de los países de ingresos bajo y medio no pueden leer y comprender un simple cuento a los 10 años. Las raíces de esta pobreza de aprendizaje comienzan en la AEPI y su falta de capacidad para preparar a los niños para la escuela.
A medida que aumentan los llamamientos a una prestación de AEPI de mayor calidad, la escasez de docentes y la calidad han recibido una atención creciente. La cantidad de docentes que recibieron al menos una formación pedagógica mínima, tanto antes como durante su servicio, aumentó del 68% al 80% entre 2010 y 2020. Se calcula que los servicios de AEPI necesitan 9,3 millones de docentes suplementarios a tiempo completo para alcanzar la meta de los ODS. En comparación con los docentes de primaria y secundaria, los educadores de AEPI tienen menos probabilidades de haber recibido una formación acreditada y más probabilidades de haber accedido a la profesión mediante vías más diversas. La mayoría de los Estados Miembros han establecido requisitos de cualificación para los docentes de AEPI, pero se ha prestado mucha menos atención a sus condiciones de trabajo y a la progresión profesional. El bajo estatus social, los bajos salarios y la inseguridad laboral de los docentes y del personal de la AEPI tienden a influir negativamente a la hora de atraer y retener a educadores de la primera infancia debidamente cualificados.
Es hora de que las sociedades y los gobiernos apliquen las políticas pertinentes para recuperar y transformar sus sistemas de AEPI. La AEPI es considerada por muchos países como una parte clave de la solución a un conjunto de desafíos, entre ellos la inclusión y la cohesión social, el crecimiento económico y para hacer frente a otros desafíos del desarrollo sostenible. Según el Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo de 2022, 150 de 209 países han establecido objetivos de participación en la educación preescolar para 2025 ó 2030. Se espera que la proporción de países que controlan las tasas de participación en la educación preescolar aumente del 75% en 2015 al 92% en 2025 y al 95% en 2030. Se espera que la tasa de participación en la educación preescolar de todas las regiones supere el 90% en 2030. En Asia Central y Meridional, Asia Oriental y Sudoriental, y América Latina y el Caribe, se espera que las tasas de participación sean casi del 100%. Al mismo tiempo, se prevé que las tasas de participación en África del Norte y en Asia Occidental sean de alrededor del 77% en 2030.
Si bien es necesario reconocer tanto la complejidad de las políticas de AEPI como los desafíos para ponerlas en práctica, la voluntad política y la apropiación son fundamentales para transformar la AEPI. El examen realizado en este informe, señala que en algunos países se ha avanzado en el refuerzo de la capacidad de los sistemas de AEPI para responder a las demandas. Hay una serie de políticas y medidas políticas que se han instituido durante el período examinado para reforzar la capacidad de los sistemas de AEPI para responder mejor a las demandas del contexto. Algunos ejemplos de estas políticas son las que se han centrado en: