León XIV, el primer Papa estadounidense, marca un inicio de pontificado sereno y pastoral
El pasado 8 de mayo, la Iglesia católica vivió un nuevo capítulo histórico con la elección del cardenal Robert Francis Prevost, quien asumió el pontificado bajo el nombre de León XIV. Es el primer Papa nacido en Estados Unidos y, además, posee nacionalidad peruana, adquirida durante sus años como misionero y obispo en el norte del Perú. Su elección fue recibida con sorpresa y esperanza por fieles de todo el mundo.
Con 69 años, León XIV sucede al Papa Francisco, y desde su primer saludo como pontífice dejó en claro el tono de su pontificado. “La paz sea con ustedes”, pronunció en italiano desde el balcón central de la basílica de San Pedro, sin discursos preparados ni protocolos ostentosos. Un gesto que, según analistas, anticipa un liderazgo sobrio, espiritual y profundamente pastoral.
Un pastor con raíces latinoamericanas
Nacido en Chicago en 1955, Robert Prevost fue ordenado sacerdote agustino en 1982. Años más tarde fue enviado como misionero a Chiclayo, Perú, donde se desempeñó como formador, párroco y posteriormente como obispo. Su cercanía con los sectores populares y su compromiso con los más desfavorecidos lo hicieron muy querido por el pueblo peruano.
“Era el obispo que llegaba en bicicleta, que comía con nosotros, que se sabía los nombres de los chicos del barrio”, recuerda una catequista chiclayana. Esa misma sensibilidad marcó también su gestión en Roma como Prefecto del Dicasterio para los Obispos, cargo al que fue convocado por el Papa Francisco en 2023, y que lo colocó en el centro del discernimiento pastoral de la Iglesia global.
Herencia de Francisco, estilo propio
Aunque León XIV no ha hablado explícitamente de “continuidad”, sus primeros gestos revelan una clara sintonía con las prioridades del pontificado anterior. La opción por los pobres, la sinodalidad, el diálogo interreligioso y la reforma de la Iglesia como “hospital de campaña” siguen estando en el centro del mensaje.
Sin embargo, se percibe un estilo distinto. Donde Francisco buscaba provocar desde el gesto y la palabra, León XIV elige la sobriedad, la profundidad serena. “Prefiero una Iglesia que hable menos y escuche más”, dijo en uno de sus primeros encuentros con periodistas. Y agregó: “El Evangelio no se hereda como un tesoro, se vive como una siembra diaria”.
Sinodalidad
También ha confirmado su voluntad de dar continuidad al proceso sinodal, pero con una mirada renovada: “El Pueblo de Dios ya tiene voz. Lo que hace falta ahora es que nos sentemos a escuchar con el corazón, no solo con estructura”, afirmó en una reciente audiencia.
Un nuevo aire, el mismo Espíritu
Aunque el mundo mira a León XIV como una novedad histórica, sobre todo por su nacionalidad y su perfil más reservado, en el fondo se trata de un Papa que reafirma con fuerza la brújula del Concilio Vaticano II y del Evangelio encarnado. Su estilo sereno demuestra una madurez espiritual; y su sencillez una confianza total en el poder transformador de la Palabra.
Con apenas semanas al frente de la Iglesia universal, León XIV ya ha dejado claro que no llega para romper con lo anterior, sino para continuar una reforma profunda del corazón, al estilo de Jesús: con ternura, servicio y firmeza.